Las grandes ideas se hacen efectivas mediante la planificación de sus propios emprendedores, quienes, además de satisfacer una necesidad, deben pensar cómo obtener ganancias y monetizar sus proyectos.
Las órdenes de venta son sinónimo de vender las acciones que tenemos. Las podemos crear desde el momento en el que tenemos las acciones ya en nuestra cartera. Antes no, pues en acciones no podemos vender algo que previamente no hemos adquirido; caso contrario es el de productos derivados en los que podemos “entrar vendidos”, pero esa es otra historia.
Las órdenes de venta las creamos pensando que a partir de cierto precio queremos deshacernos de nuestras acciones. Podemos marcar un precio de venta que si se cruza con una orden de compra se ejecutará, o podemos indicar venta a precio de mercado y se irá ejecutando la venta de paquetes de acciones a medida que se vayan generando órdenes de compra sea cual sea el precio ofrecido.
Debemos tener en mente el máximo de pérdida que estamos dispuestos a asumir porque, si dentro de la estrategia que nos hemos planteado está controlar habitualmente nuestra inversión para rotar acciones a medio plazo, es bastante conveniente que nos fijemos también un nivel de beneficio al cual deseamos monetizar nuestra inversión y asegurarnos esa ganancia.
Puedo tener en mente comprar acciones de, por ejemplo, Aena y tener como plazo cinco años a un beneficio esperado del 7 % anual. Un cúmulo de buenas noticias hace que al final del primer año mis acciones estén un 30 % por encima del precio de compra, lo que equivale a mi estimación al cuarto año de inversión (conforme a mi deseo de ganar un 7 % anual, al final del cuarto año debería tener ganado un 31 % respecto a la inversión inicial). Llegados a este punto, sería conveniente analizar detenidamente el panorama para tratar de entender si el buen desempeño del valor ha sido puntual o marca el comienzo de una tendencia sólida. Son muchos los factores a tener en cuenta, pero si nuestro objetivo es ir ganando dinero poco a poco, deberíamos marcarnos siempre el nivel de salida tanto si ganamos como si perdemos dinero. De esta forma minimizamos las pérdidas y materializamos las ganancias en cuanto se alcance el nivel deseado.
Si nuestra idea es poseer un valor hasta el día que nos jubilemos, pero queremos añadir la emoción de la compra-venta, también ahí podremos jugar con la entrada y la salida, vendiendo las acciones cada x % de beneficio y volviendo a comprar cuando estas bajen; así, por el mismo dinero que hemos recibido al venderlas podremos adquirir aunque sea una acción más. Eso ya es un beneficio materializado y un crecimiento de nuestra inversión al mismo tiempo. Además, si el valor que hemos adquirido reparte dividendos, poco a poco iremos teniendo derecho a más dividendos, pues hemos ido adquiriendo más acciones.
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